Juan José Asensio García, el hijo del empresario almeriense Juan Asensio asesinado en 2004, aseguró hoy en el juicio en el que se enfrenta a hasta 15 años de prisión por la muerte del ex escolta de su padre Antonio B.C. –alias 'El Chino'– que disparó embargado por el "miedo de verme morir como mi madre, muerta a tiros en plena calle" y el "lógico temor" que le infundió el que "tres meses antes hubiesen tiroteado a mi padre", la persona que más "daño me ha hecho en mi vida junto a su gente, que es la que entonces me estaba avasallando". "Estoy vivo de milagro" repitió en más de una ocasión a preguntas de la fiscal y los letrados de la acusación particular durante la versión ofrecida ante el tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial sobre el enfrentamiento mantenido con la víctima y un segundo acusado en el proceso, Roberto L.D., el 14 de junio de 2004 y que derivó en el fallecimiento de 'El Chino' debido a tres impactos de bala, descerrajados a una distancia aproximada de diez centímetros. Juan José Asensio, quien en todo momento vinculó los hechos con el "bendito patrimonio" de su familia además de con una disputa judicial con Roberto L.D., testaferro de su padre, por la propiedad de la casa de su madre, relató que la riña se inició al ser increpado desde un todoterreno cuando caminaba por la Avenida Federico García Lorca de la capital. Tras acercarse para ver de quién se trataba, según explicó, el cruce de insultos se recrudeció. "Cuando me giré para dirigirme a una cuarta persona que intentó mediar, recibí un golpe de Roberto de arriba a abajo en la cabeza, que me dejó a oscuras", añadió. Sostuvo, en esta línea, que en ese intervalo de tiempo no propinó "ni un sólo golpe" a los otros dos implicados, quienes le golpeaban "como si fuese un saco de boxeo" hasta dejarlo "noqueado" al tiempo que le sostenían por el cuello y los brazos. "Sólo podía ver el suelo y creía que me iba a morir", aseguró antes de reiterar que, en todo momento, apreció que 'El chino' abría y cerraba la riñonera donde guardaba el revolver "que todos sabíamos que llevaba al tener licencia de armas por ser ex policía". Fue el grito de "¡Cógelo, cógelo'" dirigido, siempre según su versión, por Roberto L.D. a Antonio B.C., el que le hizo "reaccionar" y le dio "fuerzas para soltarme del festival de golpes" y "echar mano semiinconsciente" de la pistola que llevaba en la cintura, cuya posesión justificó en el "miedo" que le hace dormir desde el asesinato de su padre "con el arma bajo la almohada y entre las dos puertas que dan acceso a mi casa". En este punto de la declaración, Juan José Asensio afirmó que supo de los disparos que dirigió contra la víctima una vez habló con su abogado y que no fue ni es a día de hoy consciente de haber oído la detonación ya que sólo "veía bultos porque, de la paliza, se me habían caído las lentillas y tengo 13 dioptrías de hipermetropía". "Me di cuenta de todo –ahondó– cuando a unos pasos de donde pasó todo me vi rodeado de gente que miraba. Cogí el teléfono móvil y llame entonces al 091 aunque antes de que marcase llegó un policía de proximidad que me conocía y me preguntó, muy nervioso, que había pasado".