Los ?derechos y deberes? de los menores centraron la ponencia del juez Emilio Calatayud. Se trató de la principal actividad del Programa que ha organizado Diputación Provincial para conmemorar la Convención Internacional de los Derechos del Niño. La sede de la Uned, registró un lleno absoluto.
Los derechos y deberes de los niños y niñas fue la temática que centró la charla-coloquio que impartió el prestigioso Juez de Menores Emilio Calatayud el pasado viernes. Se trató de una de las actividades principales del programa que ha organizado la Diputación Provincial para conmemorar la Convención Internacional de los Derechos del Niño, que se celebra cada 20 de noviembre. La sede de la UNED presentaba un lleno hasta la bandera. Diputación tuvo que habilitar un proyector y sonido en el patio de luces para que todos los asistentes escucharan al magistrado. Bajo el título ?Los menores: derechos, sí; pero deberes, también?, Emilio Calatayud demostró un profuso conocimiento de la Ley del Menor y unas ideas muy claras.Según indicó, de los 20 o 22 juicios que hay semanalmente en Granada, el juez destacó que 4 o 5, un 16% aproximadamente, son de casos de hijos que denuncian a sus padres por maltratos, en un 75% de chicos y en un 25% de chicas.Emilio Calatayud tiene sanciones ejemplares como el de impartir mil horas de clases de informática a estudiantes a un joven que había crackeado varias empresas granadinas provocando daños por 2.000 ?, cien horas de servicio a la comunidad patrullando junto a un policía local por haber conducido temerariamente y sin licencia, cincuenta horas dibujando un cómic de quince páginas, en el que cuenta la causa por la que le condenaban, visitas a la planta de traumatología de Granada por conducir un ciclomotor sin seguro de circulación, para un joven que circulaba borracho, visitar durante un día entero a parapléjicos, hablar con ellos y sus familias para elaborar más tarde una redacción; trabajar con los bomberos por haber quemado papeleras, trabajar en un centro de rehabilitación por haber acosado de una anciana, o doscientas horas en una tienda de juguetes por haber robado ropa.