Durante la crisis sanitaria, los autónomos se han enfrentado a infinidad obstáculos. Y un ejemplo de ello son las modistas, que ante la cancelación de eventos y, en consecuencia, de encargos; tuvieron que seguir manteniendo sus talleres de costura.
Montse Nieto recuerda que compró su primera máquina de coser con apenas 20 años, aunque su contacto con las telas y los patrones le viene desde niña, cuando veía a su madre, que era modista; y a su abuela, de oficio sastra, coser y confeccionar prendas a medida. Fue en 1988 cuando decidió abrir su taller y, desde entonces, no ha dejado este tradicional oficio, pese a que con la llegada de la pandemia se ha encontrado con algunas dificultades.
Durante el confinamiento, esta modista solventó la falta de encargos ayudando de manera solidaria en hospitales. Y es que en este oficio hay que descoser y probar las veces que haga falta. Después de más de tres décadas y las dificultades de la pandemia, este taller de costura sigue confeccionando al detalle.