Palmas y un día reluciente para que la primera hermandad del domingo de Ramos inagurase el nuevo recorrido oficial de la Semana Santa de Almería. Por otro lado, el barrio de Regiones se volcó con La Estrella que inaguraba paso de palio
Eran las diez y media de la mañana, cuando las puertas de la Iglesia del Espíritu Santo se abrieron y comenzaron a desfilar los protagonistas de la primera procesión del Domingo de Ramos. Como de costumbre, una multitud de niños hebreos desfilaban ilusionados con sus trajes blancos. Tras ellos, otro conjunto de niños, si bien éstos más mayores, portaban las tradicionales palmas bendecidas atadas con lazo rojo. Dentro del templo tuvo lugar la primera levantá, que corrió a cargo del Delegado de Salud, Juan de la Cruz Belmonte. Los penitentes con túnica y capirote blancos y cíngulo rojo daba paso a la primera imagen, representada por Nuestro Padre Jesús de la Victoria en su entrada triunfal en Jerusalén a lomos de la borriquita.
Dentro del templo tuvo lugar la primera levantá, que corrió a cargo del alcalde de la ciudad, Ramón Fernández-Pacheco, para minutos después aparecer el paso de la imagen de Nuestra Señora de la Paz en la calle. La Banda Musical El Castillo de Serón entonaba las notas del Himno Nacional, mientras salía su Virgen.
De la borriquita a la Estrella, donde el barrio de Regiones se volcó durante su hermandad durante estos tres años que no han salido a la calle apoyando a los cofrades que han incrementado sensiblemente su patrimonio
A las cinco de la tarde asomaba en la puerta la deseada cruz guía, los nazarenos ganaban la calle Alta de la Iglesia San Isidro Labrador. Unos 200 con su clásica equipación, compuesta por túnica blanca con capa, antifaz y cíngulo azul marino, llevando en mano un cirio. Tras ellos iba poco a poco asomando el paso del misterio, completamente tallado por Luis Alberto Garcia, imaginero sevillano.
El momento más esperado, la salida de La Estrella con su nuevo paso. Antonio Cabrera Rueda, capataz del paso de palio, hacía que brillara un año más. Una sensacional lluvia de flores la esperaba a la llegada de las casas de los vecinos contiguos a la iglesia.