El Ayuntamiento ha encargado a la empresa de mantenimiento que aplique un tratamiento que ahuyenta a las mascotas.
El barrio de Nueva Andalucía es el primero de la ciudad en aplicar esta ingeniosa estrategia. Se pintan las farolas y se impregnan de un producto que repele a los perros de manera que dejan de ser objetivo de sus necesidades y que resulta inocuo.
Cada farola de la ciudad cuesta unos 1.000 euros y el orín de los perros las corroen, su aspecto se deteriora y su vida útil es más corta, lo que implica un mayor gasto a las arcas municipales.
El tratamiento puede durar meses al ser aplicado junto con la pintura y el Ayuntamiento ha comenzado ya a aplicarlo de forma progresiva en las farolas y mantenerlo en el tiempo.
Una vez comprobada su eficacia ya se anuncia que el producto posiblemente sea rociado a más mobiliario urbano como las papeleras, que también sufren los orines de los perros.